lunes, 14 de octubre de 2013
Un viaje para conocer a Dios
Había una vez un pequeño niño que quería conocer a Dios. El sabía que sería un largo viaje para llegar a donde vivía Dios, entonces empacó su pequeña maleta, con panecillos y un six pack de jugos y emprendió su partida.
Cuando ya había recorrido 3 cuadras, conoció a una viejecita. Ella estaba sentada en el parque observando algunas palomas. El niño se sentó junto a ella y abrió su maletita, estaba a punto de tomar su jugo, cuando notó que la viejecita se veía hambrienta, entonces él le ofreció un panecillo. Ella agradecida lo aceptó y sonrió. Su sonrisa era tan hermosa, que el niño quería ver esa sonrisa nuevamente, entonces él le ofreció un jugo. De nuevo ella le había sonreído ¡El niño estaba encantado! ellos se quedaron sentados toda la tarde comiendo y sonreído, pero ellos no dijeron nunca ni una sola palabra.
Tan pronto como empezó a obscurecer, el niño estaba cansado y se levantó para irse. Él se dio la vuelta, corrió hacia la viejecita y le dio un abrazo. Ella le dio una hermosa sonrisa como nunca antes había sonreído.
Cuando el niño abrió la puerta de su casa, su madre estaba sorprendida de la felicidad que reflejaba, ella le pregunto "Qué hiciste el día de hoy que te ha hecho tan feliz? Él le contesto, "He comido con Dios. Y sabes qué? Ella tiene la sonrisa más bella que he visto!
Mientras tanto la viejecita, también con mucha felicidad, radiante regreso a su casa. Su hijo estaba anonadado por la paz que mostraba en su cara y preguntó: " Madre ¿qué hiciste el día de hoy que te hizo tan feliz? Ella contestó: "Yo comí panecillos en el parque con Dios". Y sabes qué? " Él es más joven de lo que yo esperaba".
Esta historia nos enseña que Dios esta presenta en cada uno de nosotros, y que en nosotros se manifiesta. Dios esta en todas partes
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